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miércoles, 9 de junio de 2010

Baño de multitudes para la selección de Sudáfrica


Una multitud enfervorizada, convertida en una inmensa marea amarilla, se entregó a los jugadores de la selección de Sudáfrica tras atiborrar el exclusivo barrio de Sandton, en Johannesburgo. Los hombres del técnico brasileño Carlos Alberto Parreira se pasearon a bordo de un autobús descapotable entre una masa oceánica por incontable, que aguantó estoicamente durante horas bajo un sol que caía a plomo la llegada de los 'bafana bafana'.
Los aficionados no volverán a ver tan de cerca a los jugadores sudafricanos hasta que finalicen su participación en el Mundial, pero experimentaron algo parecido a los que debían vivir los Beatles cada vez que en los sesenta salían de un avión.
Se había pedido a los sudafricanos que a mediodía hiciesen un alto en el camino, sacasen sus 'vuvuzelas' a la calle y las hiciesen sonar
"¡Ha llegado el momento, por fin el Mundial está aquí!", gritaba una señora negra, de la etnia zulú, con una caja de galletas por sombrero. Khune, Parreira, Pienaar o Modise recibieron la ovación cerrada de la multitud, que compareció vestida con la elástica de Sudáfrica y ataviada con pelucas, cascos y complementos de todo tipo, cuanto más estrafalarios mejor, para convertir la mañana en una auténtica fiesta.
Suele asegurar Parreira que los 'bafana bafana' necesitan del apoyo incondicional de la afición, que con cincuenta millones de personas detrás es imposible que lo hagan mal, y pudo comprobar una vez más que por la grada no va a quedar. Se había pedido a los sudafricanos que a mediodía hiciesen un alto en el camino, sacasen sus 'vuvuzelas' a la calle y las hiciesen sonar, una letanía atronadora que ya no cesó hasta bien entrada las tres de la tarde, en medio de una jarana fenomenal.
Los 'bafana bafana' se entrenarán a puerta cerrada en el Soccer City este jueves, víspera del partido de inauguración contra México, para el que no queda ni una sola entrada y en el que, sin duda, contarán con el ruidoso apoyo de su afición.

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